¿Debe ser amigo de su supervisor?
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¿Amistoso? Seguro. ¿Pero amigos? Bueno, siga leyendo. Los expertos coinciden en que es esencial tener límites claros cuando hay un desequilibrio de poder.

Por Beth Greenfield

Milli, un programa de contenidos sobre mujeres y dinero patentado por Dotdash Meredith, editorial de Real Simple, InStyle, Investopedia y The Balance, entre otros.

Hubo un momento, en mis 20, en el que pensé que era amiga de mi jefe. Trabajábamos en una empresa entretenida en el centro de la ciudad y, a menudo, me invitaba a mí y a otros empleados a salir a tomar algo y a divertirnos. Todos terminábamos compartiendo demasiada información personal. Claro, era mi jefe, ¡pero era genial! Más bien como un amigo... ¿verdad?

Imaginen mi sorpresa cuando un día me llamó para darme una dura reprimenda por mi desempeño. Fue mortificante, pero aún peor porque me había permitido pensar que éramos iguales, tanto en la oficina como fuera de ella.

Hoy, lo veo como una lección, un aprendizaje que los expertos dicen que es vital cuando se trata de ser profesional.

“Los límites con su jefe son esenciales”, dice la orientadora ejecutiva Julia Korn, fundadora y directora ejecutiva de Authenticity Guide. “¿Debería ser amable? Sí. ¿Amigable? Sí. Pero ¿pasar a ser ‘amigos’, es decir, cuando la conversación gira en torno a cosas no relacionadas con el trabajo fuera de él, se apoyan emocionalmente el uno al otro o se relacionan de otra manera en temas no profesionales más que en temas relacionados con el trabajo? Eso es un no definitivo".

Conocido vs. amigo vs. amigable

“Es absolutamente apropiado ser amigable con su jefe”, dice la orientadora ejecutiva Dana Theus. “Pero no hay que confundir ‘amigo’ con ‘amigable’”. La diferencia, explica, es que los amigos tienen una relación de apoyo mutuo, y una persona no necesariamente tiene poder sobre la otra.

En una relación con un jefe, “una de las personas sí tiene poder, y ese es el acuerdo que implícito con la empresa y el jefe cuando acepta un trabajo”, agrega Theus. “Es una relación de poder fundamentalmente diferente a una amistad”.

Por supuesto, a veces puede resultar difícil notar la diferencia porque pasamos mucho tiempo con nuestros compañeros de trabajo. “Tendemos a desarrollar vínculos con ellos”, dice Phoebe Gavin, orientadora en carrera profesional y liderazgo. Esto es bueno, ya que es una forma de construir una comunidad. Lo difícil, sin embargo, “es que existe un factor organizador de esas relaciones basado en una cadena de mando y en que todos dependen económicamente del empleador”, añade.

Por qué ser amigo de su jefe puede ser contraproducente

Lisa, una editora con años de experiencia, recuerda que se hizo amiga rápidamente de una exjefa. Pero las cosas se volvieron “confusas” cuando llegó el momento de la evaluación, cuenta: “Siempre sentí que no estaba recibiendo lo que merecía, en términos de dinero y ascensos. Sé que mi jefa no quería que pensaran que tenía favoritismos, pero en algún nivel, supongo que esperaba que lo tuviera”.

Ese es un punto de fricción común, resalta Korn, es decir, cuando el jefe necesita tomar una decisión difícil relacionada con el empleo de un amigo. "Puede pensar que su amistad con su jefe lo protege de un despido o de que le impidan conseguir un gran ascenso, pero no será así", sostiene. "Esto a menudo puede aumentar el malestar en una situación que ya de por sí no es nada fácil".

Y a veces, su amistad con su jefe puede no jugar a su favor en absoluto, sino todo lo contrario.

De hecho, un estudio publicado en el Journal of Experimental Social Psychology descubrió que en ciertas situaciones laborales, los gerentes se sienten obligados a ser más severos con un colega que también es amigo e incluso a dejarlo de lado si se presenta un ascenso para no parecer parcial.

Los jefes deben pecar de cautelosos

Esta dinámica puede ser tan difícil para el supervisor como para sus subordinados directos.

“Puede ser realmente difícil manejar a personas con las que se es amigo porque a menudo hay que darles malas noticias", dice Gavin. “Hay que decirles que hagan cosas que no quieren hacer. Hay que darles una devolución, a veces negativa, sobre su desempeño. Hay que decirles ‘no’. Y a veces hay que tomar decisiones sobre su economía personal, como un ascenso o aumento de sueldo”.

Por eso, si bien puede resultar tentador ser amigo de las personas que uno dirige (“todos queremos agradarles a nuestros equipos”, observa Korn), recuerde que eso desdibuja límites importantes.

Sea claro y sea usted mismo

Es importante que el temor a que los límites sean borrosos no le impida conectar con su gerente, aconseja Theus. “Tiene que conocer a las personas y, si quiere que su jefe lo vea como un ser humano, tiene que ser un ser humano”, explica. Entonces, por ejemplo, si va a almorzar con algunos compañeros de trabajo, “invite a su jefe, pero no lo confunda con una amistad”.

En general, sin embargo, Korn recomienda evitar el alcohol cuando se socializa con el jefe, ya que “el comportamiento errático y el trabajo no son una buena combinación” (ver: mi yo de 20 y tantos) y “socializar fuera del trabajo con precaución y consentimiento” (lo que significa que siempre debe ser opcional).

Dicho esto, hay un jefe con el que Gavin lo anima a hacerse amigo: un exjefe. “Esas amistades pueden ser muy, pero muy potentes”, afirma, “tanto a nivel personal como profesional”.

Beth Greenfield es una periodista, escritora y editora sénior galardonada que se especializa en salud, bienestar y estilo de vida.


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