Cuidar el medio ambiente es solo uno de los incentivos para explorar este tipo de financiación.
Cuando el European Investment Bank emitió el primer bono verde del mundo en 2007, su nombre, Climate Awareness Bond (Bono de Concientización Climática), nos dio una fuerte pista sobre el propósito del entonces incipiente instrumento financiero.
En la actualidad, los gobiernos y las empresas privadas emiten regularmente bonos verdes para financiar proyectos de infraestructuras sustentables, como la construcción de centrales eléctricas de energía renovable y edificios energéticamente eficientes.
"Las emisiones de bonos verdes aumentan constantemente", afirma Julz Burgess, responsable de servicios institucionales de Regions Bank. Mientras que en 8 se emitieron menos de $2012 mil millones en bonos verdes, los volúmenes de bonos verdes alcanzaron los $946 mil millones en 2023, a medida que las empresas buscan financiar sus objetivos de capital mientras generan un impacto positivo en el medio ambiente.
Los bonos verdes llegan al público general
En la última década, la popularidad de los bonos verdes creció de manera significativa y estuvo impulsada por algunos emisores de alto perfil. Por ejemplo, ciudades como Seattle, Cleveland y Washington D.C. emitieron bonos verdes para mejorar el transporte y la calidad del agua. Por su parte, Apple emitió varios bonos verdes, incluido un bono verde de $4.7 millones en 2022 para financiar sus proyectos de energía limpia y medioambiente. Fannie Mae emitió más de 100 mil millones de dólares en bonos verdes en la última década para recaudar fondos para comunidades de vivienda más sustentables. Y Verizon emitió $6 millones en bonos verdes desde 2019, con $994 millones de los ingresos de un bono de 2023 destinados a proyectos de energía renovable.
Aunque entre los motores de la expansión de los bonos verdes se encuentra la necesidad de financiar proyectos que se traduzcan en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y una mejora de la sustentabilidad del medio ambiente, el sector también evoluciona a medida que madura.
Por ejemplo, en lugar de utilizar solo el término general de bonos verdes, esta categoría de instrumentos financieros se amplió para incluir bonos sustentables y sociales. Cada una de estas categorías tiene características únicas y se rastrean de manera individual.
- Los bonos verdes financian proyectos que tienen beneficios medioambientales específicos y claros.
- Los bonos sociales financian iniciativas que buscan resultados sociales beneficiosos, como la construcción de viviendas económicas.
- Los bonos sustentables son un híbrido de bonos verdes y sociales, que financian proyectos como la construcción de complejos de viviendas económicas y energéticamente eficientes que incluyen energía solar en los techos.
En términos de volumen, los bonos verdes centrados en el medio ambiente son la mayor de las tres variedades de bonos, afirma Burgess, seguidos de los bonos de sustentabilidad y los bonos sociales.
Una prima verde en función de los resultados
¿Qué explica el aumento en la emisión de bonos verdes, sociales y sustentables? Si bien trabajar hacia objetivos ambientales y sociales es fundamental para estos bonos, los emisores también están motivados por el hecho de que los compradores parecen estar dispuestos a aceptar una tasa de interés más baja en comparación con los bonos tradicionales a cambio de la oportunidad de apoyar una causa en la que creen. Esta llamada prima verde resulta en costos de endeudamiento más bajos para los emisores y es el resultado de esta dinámica de oferta y demanda.
"Hay una demanda significativa de bonos verdes, como lo demuestra que las emisiones a menudo están sobre suscritas", dice Burgess. "Esto beneficia a los emisores al ayudar a mantener bajos los costos de capital".
Sin embargo, hay matices en la prima verde. Las tasas de interés pueden aumentar cuando un emisor de bonos verdes no logra su objetivo. Por ejemplo, una empresa de servicios públicos puede emitir un bono verde para financiar reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero. Si la empresa no alcanza el nivel de reducción que había previsto, la tasa de interés puede aumentar. “Si no cumplen con los criterios, se agrega una tasa de interés adicional”, dice Burgess. “Los inversores se benefician, pero esto va en contra de la premisa de la emisión de bonos, que es lograr un resultado ambiental netamente positivo".
Un pilar permanente
Los bonos verdes cambiaron de manera significativa desde su creación y probablemente seguirán evolucionando. "Estos bonos aún son muy jóvenes en el gran esquema de la emisión de bonos", dice Burgess. "La subclasificación que vimos puede continuar, brindando a la comunidad inversora mejor información sobre para qué sirve cada bono y qué se supone que debe lograr".
Una razón para confiar en esta conclusión es que los fondos que invirtieron en bonos verdes experimentaron un crecimiento de activos, lo que significa que más personas invirtieron en ellos. "Los fondos compuestos en gran parte por bonos tradicionales tuvieron pérdidas de capital en la última década", dice Burgess. "Los fondos que invirtieron específicamente en bonos verdes registraron aumentos de capital".
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