Hecho en EE. UU.: la fabricación se recupera
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Una de las más importantes tendencias macroeconómicas de los últimos 40 años ha sido el inexorable derrumbe del sector de fabricación de EE. UU.

Desde el pico en 1979, los Estados Unidos ha perdido casi 7.5 millones de puestos industriales, a medida que los fabricantes dirigen su producción a países con bajos costos. Pero se observan señales de que la tendencia puede estar retrocediendo. Un estudio reciente de la competitividad global de la fabricación realizado por The Boston Consulting Group (BCG) denomina a EE. UU. como la “estrella que crece”, cuya estructura de costos ha mejorado significativamente en relación con casi todos los exportadores líderes de todo el mundo y secundado solo por China en términos de competitividad.

Los factores clave que cita BCG para la ubicación de EE. UU. son el crecimiento estable de los salarios, las ganancias sostenidas en productividad, las tasas de cambio constantes y una gran ventaja en cuanto a los costos de la energía logrado por la reducción a la mitad de los precios del gas natural desde 2005. Del otro lado de la ecuación, los salarios en los países de bajos costos de producción se han elevado. El pago y los beneficios para los trabajadores fabriles promedio de China, por ejemplo, se han elevado un 19 por ciento por año entre 2005 y 2010, según BCG. En EE. UU., mientras tanto, los salarios reales en la industria fabril han decrecido un 2.2 por ciento desde 2005, aun cuando la fuerza de trabajo se ha hecho más flexible y productiva. Otro factor es el crecimiento de la automatización. En cuanto al costo de la mano de obra, los precios de los robots promedio desde 1990 han caído entre el 40 y el 50 por ciento en muchas economías avanzadas, de acuerdo con un informe de McKinsey, el cual resta importancia a los costos de mano de obra como factor en lo que se refiere a la fabricación. La técnicas avanzadas, como impresiones 3-D, prometen alterar aún más la economía de la producción.

Recuperación

A pesar de que parece improbable que esos 7.5 millones de puestos de trabajo en fabricación regresen a EE. UU. en cualquier momento, algunas compañías están reconsiderando sus estrategias de relocalización. Una encuesta de BCG realizada en 2012 de fabricantes de EE. UU. detectó que el 37 por ciento de aquellos cuyas ventas anuales superan los $1 mil millones declaró que estaba planeando o considerando activamente mudar sus instalaciones fabriles de China a América. Un estudio similar de MIT reveló que el 14 por ciento de los fabricantes multinacionales tenía planes firmes de recuperar la producción para América, y un tercio consideraba firmemente realizar la mudanza. Además, un estudio de Hackett Group, una compañía de consultoría con sede en Florida sugería que la reubicación de puestos de trabajo estaba volviendo a cero.

O casi ...

La industria fabril en lugares remotos está perdiendo su brillo por muchas razones. Los crecientes costos de envío, en particular para compañías que producen mercaderías con una relación “valor-densidad” relativamente baja, tales como mercaderías de consumo, electrodomésticos y muebles, hace que la producción más cercana al mercado estadounidense sea más atractiva. Una encuesta reciente realizada por los consultores comerciales internacionales AlixPartners detectó que el 42 por ciento de los ejecutivos senior planea “atraer” las operaciones de fabricación a México o Canadá dentro de los próximos tres años, o ya lo han hecho. Sin embargo, el costo es solo un factor. Otros problemas incluyen dificultades en comunicación, control de calidad y la protección de la propiedad intelectual en diversas zonas horarias, sin mencionar el efecto que provoca el tiempo de traslado de 35-45 días sobre la capacidad del fabricante de responder a la demanda del cliente. Por supuesto, esto requiere que la fabricación esté cerca del mercado, y muchas compañías utilizan la capacidad de Asia Oriental de proveer al explosivo mercado de consumo de China.

La globalización no ha tratado a la fabricación en EE. UU. amablemente, pero después de varias décadas, parece que el sector está comenzando a adaptarse. De acuerdo a la última encuesta de National Association of Manufacturers (NAM)/IndustryWeek, los fabricantes muestran el más alto nivel de optimismo comercial desde fines de 2012, un reflejo de la mejora en la economía, pero también de un cambio subyacente en las tendencias macroeconómicas globales. Por supuesto, todavía hay un largo camino por recorrer, pero las señales se dirigen en la dirección correcta.

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